Pasó el cuarto Tour Gastronómico y no será fácil de olvidar. Platos de estación, cocina de autor y vinos frescos para dejarse maravillar en el inicio del sur de la ciudad.
A jazmines. A eso huelen las calles de algunos barrios de Córdoba en los días de la joven primavera. Noche templada, hermosa para caminar entre las veredas verdes y tupidas de barrio Rogelio Martínez, la temperatura justa para comer. Ideal para deambular con una copa de vino en la mano ¿un torrontés o un malbec rosé para la ocasión? Difícil elegir. Mejor probar los dos, lástima que la Policía te mete adentro si te engancha tomando una copita en la calle.
Igual, si no llueve, está hermoso para caminar, y como justo esa noche fue el tour gastronómico organizado por Circuito Gastronómico y Mis Fotosecuencias, nos animamos a los platos, a la bebida y la gira por los restó de esta “paqueta” barriada donde prácticamente comienza el sur de la ciudad.
Don Rogelio, el restorán del barrio por tradición, fue la primera parada.
Una de las cosas más atractivas que tienen los tour es que casi siempre se ven caras nuevas, pero los gestos no cambian. Todos están llenos de preguntas, de ansiedad, proyectados en ese plato que no eligieron comer, pero que quieren probar. Todos juntos siempre en el restorán que se selecciona como punto de encuentro, donde se come la entrada. Esta vez fue carpaccio de lomo con rúcula y parmesano.
La calidez de la madera acompañada de una tenue luz le dan a Don Rogelio ese aire a tradición de 20 años que ostenta en la zona. Una mesa enorme, en forma de “L”, estaba preparada para la recepción. Las copas acomodadas anticipaban la llegada de un buen vino que no se hizo esperar y que maravilló a varios paladares por su suavidad. Nos sirvieron Perdriel en caramagnola (sauvignon y merlot) de bodegas Norton.
Exquisito el vino acompañado de las alcaparras que terminaban de decorar el plato de la entrada. El carpaccio (carne cruda, básicamente), de textura muy suave, se desarmaba en el boca. Gran comienzo de una gira gastronómica de primavera que convenció hasta los más reacios a probar una feta de carne roja que no hubiese sido cocida por una fuente de calor.
“Mozo, un poco más de Pedriel en el copa, por favor”, pidieron varios mientras hacían la primer sobremesa y juntaban voluntad para levantarse y comenzar a dirigir sus pasos hacia DOC, el lugar donde nos esperaban más sorpresas.
Langostinos y malbec. Afuera de Don Rogelio, volvimos a las calles con aroma a jazmines. El restorán DOC Vinos y Cocina está sobre la calle Concepción Arenal y hasta allá, con más vino que comida en nuestros cuerpos, con la lengua un poco más suelta, emprendimos la caminata.
DOC, a diferencia del barroco Don Rogelio, es minimalista, moderno. Nada de madera, las dicroicas iluminaban todo. En el lugar nos esperaron con una sorpresa: una degustación guiada por un somelier.
Matías Etchenique fue quien estuvo a cargo de contarnos y llevarnos por los sabores de dos vinos que acompañaron a la perfección los riquísimos platos que nos sirvieron.
Primero fue un Malbec rosé de la bodega Los Clop, un vino fresco y frutado, ideal para estos días de primavera y la antesala perfecta a un mundo de sabor: la lasagna de langostinos que nos estaba preparando el chef.
Cocina de autor en DOC. Explosión de sabores para desorientar los sentidos. La pasta de la lasagna se desarmaba en la boca. Generosa la cantidad de langostinos que además estaban acompañados de tomates cherry y calabaza. Gran combinación. Entre el Perdriel, la cata de Los Clop y la comida, ya habíamos bebido lo suficiente como tratar de hermano al que teníamos al lado.
Pero faltaba más. Matías sacó a relucir un suave Cahuin malbec 2008 para acompañar al tercer plato: risotto al malbec sobre emulsión de espinacas con cabrito braseado. El cielo en las manos. Dios bendiga los sabores de nuestra tierra y a quienes se animan a utilizarlos, sin prejuicios, para sorprender paladares.
“La uldima gopita, por vafor”, pidió desesperada una lengua enredada entre los malbec de DOC para juntar fuerzas y partir a Minolitti, en el corazón de Rogelio Martínez. Una linda caminata para que el organismo entre en funcionamiento, a despabilarse y al postre.
El palacio del tiramisú. Para entrar a Minoliti hay que tocar el timbre. Por fuera y por dentro es el restaurante más parecido a una casa que hayamos conocido. O la casa con más esmero en ser restaurante. Paredes despojadas, mesas, sillas, manteles y ambientes (incluso las habitaciones VIP) tan parecidos a los de casa que uno siente el impulso de levantar los platos y los vasos y llevarlos a la mesada cuando termina.
La calidez residió en que sus dueños nos atendieron como si fuéramos los invitados que tanto esperaran en su casa. Sergio, el chef, no apareció hasta que terminamos con los postres.
En sintonía con el tour, en el restaurante nos esperaron con un Elementos torrontés helado, cuyo aroma era igual a si asomaras la naríz a una jarra de ensalada de frutas.
Primero llegó un crepe tibio con nutella y después helado de tiramisú, postre con un equilibrio perfecto, con sabor y dulce sin que se te cierre la garganta porque te empalagaste.
Pero eso no fue todo. Finalmente llegó el turno del bombón escocés con nutella y nueces, un tiramisú tradicional y un flan casero riquísimo, como esos que sólo la nona sabe hacer para comer los domingos pero servido en un restorán.
La última copa de la noche, risas y hasta el próximo tour. De nuevo a la calle para volver a casa con una mochila llena de sabores. Ya es pasada la medianoche y el olor jazmines se acentúa en Rogelio Martínez ¿Será por la humedad? La noche fue perfecta, la comida deliciosa y los vinos, obvio, fueron elegidos con sumo cuidado para maridarlos con la primavera.
Buena crónica del evento !! Me gusta el estilo…
Gracias Roberto 🙂 No conocíamos tu sitio, lo mandamos ya a favoritos!
CECILIA:
Yo tampoco conocía este, así que cruzamos recomendaciones.
Hace rato que quiero ir a los Tours, pero siempre me coinciden con alguna feria o degustación de vinos. En el próximo trataré de sumarme. Saludos.
Muy bueno Juan Pablo! Nuevamente, gracias a ambos por sumarse.
Roberto, coincido con Ceci, no conocía tu blog. A simple vista parece muy bueno, ya lo guardé para seguirlo de cerca.