Un domingo de verano, mucho de qué hablar y algunas ganas de salir al sol, aunque no de viajar muy lejos. Eso nos llevó hasta Gran Vadori Posta Serrana, ese restaurante que está a la entrada del camino a Bosque Alegre, en Falda del Carmen y que muchas veces habíamos visto de pasada.
Lugar. Tras llamar y reservar para cuatro con una hora de anticipación, llegamos y el lugar estaba repleto. Pero tuvimos dos opciones de mesa para elegir y nos quedamos junto a la ventana.
Ambientado como una casa de campo, la barra grande y los estantes llenos de vajilla y botellas de bebidas del tiempo e’ñaupa daban una cálida recepción.
Muebles de madera, tonos ocre y mucha luz natural, completaban un lugar cómodo, aunque ruidoso por la cantidad de comensales.
El parque, en el exterior, se veía plácido y muy verde. Junto a nuestra ventana había también una pequeña fuente donde varios niños (había muchos en todo el salón) jugaban con el agua.
La carta. Breve, pero contundente (en platos y en algunos precios). Entradas, ensaladas (desde 65), pastas (entre 80 y 90 pesos), carnes (entre 110 y 128 pesos) y postres (entre 30 y 60). También bebidas y mucha variedad de vinos (desde 70 hasta 800 pesos).
Pispeando lo que comía el resto de la gente y apelando a nuestra golositud que crece aún más cuando estamos en zona campestre, ordenamos:
Entrada: Queso camembert de cabra relleno de hongos serranos, panceta ahumada, tomates confitados y verdeo (para compartir) y dos empanadas de matambre cortado a cuchillo.
Principales: dos platos de Cordero seis horas, relleno de jamón serrano, hortalizas y aceitunas; lasagna vegetariana; y sorrentinos de calabaza.
Vino: Santa Julia Rosé
Ahí estábamos, encantados con el lugar y con el pan casero con que nos recibieron en la mesa mientras llegaba la comida. En la carta, las pastas y la carne tenían especificada la demora, algo que nos pareció correcto, sobretodo porque no superaba los 30 minutos.
Como diversión pusimos el cronómetro para ver si se cumplía el horario. Pero la espera se hizo larga, y recién a los 45 minutos vino la entrada.
Exquisita, por supuesto. Lástima que a las empanadas, tan pero tan ricas, les faltaba mucho calor. No pedimos que las calentaran porque ya el hambre nos apuraba bastante. Y el queso sí estaba perfecto, derritiéndose al cortarse.
A los 55 minutos de haber pedido la comida ya nos pareció justo llamar al mozo y preguntar. Por un momento él creyó que recién íbamos a pedir y sacó la libreta para anotar, pero le recordamos que ya habíamos ordenado… Y entonces nos dijo que ya salían los platos.
Entre 5 y 10 minutos después llegó la comida. Digo esto porque no llegó todo junto, sino que el cordero apareció primero y al ratito las pastas.
Acá el otro plato
La lasagna vegetariana:
Los sorrentinos estaban tibios, casi fríos, así que de inmediato los devolvimos para que los calentaran. A la vuelta de unos 5 minutos pudimos saborearlos. También muy buenos, y la salsa muy sabrosa.
Por lo generoso de las porciones, no pudimos pedir postre. Aunque la “Caranchada” ($ 55), una degustación de todos para compartir, se nos quedó en el tintero.
Tras la comida, dimos un paseo por la tienda de recuerdos y objetos de cuero que tiene el restaurante, y curioseando encontramos interesante propuesta de vinos y conservas.
El balance fue bueno por la acogedora decoración del lugar y el sabor de la comida. No obstante, la demora en el servicio y la temperatura son grandes puntos a mejorar. Incluso leyendo en el foro de Circuito Gastronómico encontré quejas sobre el mismo tema.
Otra cosa que pueden ver en las fotos es que algunos platos estaban cachados. Es la primera vez que me pasa y me sorprendió. Comida no precisamente barata en platos rotos. ¿Es cool o es un descuido? Me llamó la atención. Si alguien sabe qué tendencia es esta, que me ilustre.
¿Volveremos? Quizás sí, pero a tomar una cerveza o un café en la parte exterior del local.
¿Qué les pareció la reseña de este restaurante? ¿Fueron a Gran Vadori? ¿Comparten esta opinión?
¡Que gran reseña! La disfrute de principio a fin. Me dio hambre leer todo lo que pidieron y hasta sentí los sorrentinos tibios. Un gusto leerlos, felicitaciones!
Gracias Alfredo, pronto habrá más! 😉
Nos pasó exactamente lo mismo y éramos cuatro personas un domingo a mediodía, con reserva de dos horas de anticipación: Buenos platos pero 50 minutos de tardanza y luego llegaban los platos desfasados a la mesa. Antes habíamos ido dos personas en día de semana y todo estuvo perfecto.
Qué lástina, no? La comida es rica, pero el tiempo de llegada a la mesa debe ser más corto. Gracias por pasar Rolando 🙂
SIN VERGUENZAS. Gran Vadori, LA PEOR EXPEIENCIA DE MI VIDA!! SI, LA PEOR. Fuimos CON RESERVA, llegamos a horario. La demora en darnos la mesa no fue extensa, pero lo que siguio despues realmente fue de lo PEOR. Resumen: estuve 2 horas sentada, esperando por un almuerzo que jamas llego… Si si 2 horas con la mesera que venia a decirnos “ya sale”, y no.. Nunca salio. Y para conoronarlo, nos cobraron el agua y la gaseosa que tomamos en esa eterna e inutil espera. Nadie se acerco a pedir disculpas. Nadie se acerco a dar una explicacion y no fui la unica. Al lado de nuestra mesa habia una familia que les trajeron la comida de los chicos y la de los adultos les dijeron… “No hay mas comida”… Parece un chiste pero es la pura verdad. UNA VERGUENZA PARA LA GASTRONOMIA
No me sorprende. La última (nunca más voy) vez que fui nos pasó igual. Como faltaba la mitad de los platos de la carta, uno de los cuatro pidió una porción de papas fritas con huevos y ni eso llegó después de esperar más de una hora. Cuando nos levantábamos para irnos caen con un plato y cuatro huevos fritos. No sabíamos si era un chiste o mal servicio del más puro. ¡Hasta nunca!