Un día, de un año no recordado, de un día olvidado de verano recibimos una llamada: “Nos juntemos a comer, tengo una delicia para prepararles: lomo al trapo”. Incrédulos, dijimos a lo Tino y Gargamuza: “Y daaaaaaaale”. Y así fue como probamos esta rareza.
El ingeniero Guillermo Martínez estuvo a cargo de la ejecución gastronómica en la parrilla. El asador llegó a casa, previo haber pasado por el súper y llegar con: dos toallas de mano de algodón, dos pecetos y carbón. Era verdad que algo “al trapo” íbamos a comer.
Con meticulosidad, como si estuviera armando la placa para algún aparato, el tipo mojó los trapos, les puso una abundante cantidad de sal y provenzal y con esas toallas de algodón nuevas envolvió los pecetos, quedaron como salames de trapo recién hechos.
De ahí, directo al calor de las brasas. Un peceto al lado del otro en el piso de las asador y tapados con el carbón al rojo vivo.
Mientras esperamos para que se cocine la carne (unos 40 minutos), “el Rafa”, como le dicen a Guillermo, explicó que la toalla tiene que estar bien mojada antes de pasar al asador y – lo más importante – tiene que ser 100 por ciento de algodón “porque el poliéster cuando se quema le deja gusto a plástico quemado a la comida”.
Al tiempo cumplido, desenterramos de las cenizas a los pecetos y ¡los trapos no estaban quemados! Como Ave Fénix los pecetos salieron impecables de la montaña de brasas. Jugosos, excelentemente cocinados.
Como la cocina de esa noche se basaba en fuego, la dueña de casa agarró un libró de recetas de Francis Mallman y se mandó una “papas dominó” con manteca para el escándalo. Todo acompañado por un sabrosísimo bonarda. Una locura en trapo.
En la galería de fotos pueden ver el paso a paso de esta receta. ¿Se animan a probarla?
Que buen post!! Me encanto! Amo Cordoba en Sabores! Son muy originales y divertidos! Toda la onda! 🙂 Sigan así! For ever alone