El restaurante vegetariano Sacro está en el barrio de Palermo en la ciudad de Buenos Aires (Argentina). Su fama lo precedía y allí fuimos un sábado de diciembre para descubrir su propuesta al mediodía.
Ubicado en la calle Costa Rica 6038, ya desde la fachada Sacro imprime el estilo moderno, con mucho empeño en el diseño y la decoración.
La enorme barra a la derecha del ingreso impone elegancia, techo alto, parees blancas, plantas enormes, muchas formas redondeadas y cristales de colores visten el salón.
Sacro es como una selva en medio de la ciudad. Atravesando el blanco del ingreso, luego viene una zona de iluminación tenue -donde están los sanitarios- y finalmente el patio con verde en todo su esplendor.
El patio semicubierto de Sacro es donde elegimos almorzar y para mí lo que completa una experiencia gastronómica novedosa. Aunque no se ve, desde donde saco las fotos hay una pared y techo de enredaderas.
La carta de Sacro restaurante
Como en muchos lugares, por la pandemia la carta se trasladó aun código QR. Una vez escaneado, los platos se dividen en snacks, suaves y fuertes. Además hay cocteles y las bebidas clásicas de bar como gasesosas, agua, vino en copas, etcétera.
Escogimos arrancar con cocteles que incluían jengibre, jugos naturales, vodka. Los vasos se llevaron todos nuestros halagos.
A la hora de las comidas, como no hay principales propiamente dichos, elegimos varios platos para compartir. La cocina es fusión asiática y latinoamericana. Se puede hallar un poco de cada lugar pero con una impronta personalizada.
El primer plato en llegar fue una mentada empanada de carbón activado: hongos, harissa y olivas disecadas ($ 540). Tenía muchos comentarios positivos pero, en la comparación final, fue lo que menos me sorprendió.
También pedimos dumplings de kimchi, espuma de jengibre y cilantro ($ 990), imaginando otra forma y presentación, pero el sabor no defraudó.
Los tacos poblanos: mole, palta ahumada, carozo crocante y cilantro ($ 940), cumplieron, pero tampoco están entre mis destacados. Un toque más alto de picante les hubiera venido muy bien.
Lo que sí superó mis expectativas fue el ceviche de bambú: edamame, leche de tigre, maíz chulpi y flores ($ 910). Cómo explicarles que este cebiche no extraña para nada los mariscos o pescados. Aliñado exquisito, resultado delicioso.
La hamburguesa Sacro: queso fundido, cebolla asada, capuchina, alioli de alcaparras y batatas ($ 1400) también tiene lo suyo, sobretodo porque juegan muy divertidas las texturas. Tanto a la vista como en el sabor, es de las mejores hamburguesas sin carne que probé hasta ahora.
Los aplausos, también van para el Kimchi al fuego: hongos estacionales, quinoa crocante, emulsión de akusay y dulce de frutas ($ 1650). Podría comerlo todos los días del año (y claramente no llegó a una foto con el plato lleno).
Los postres en Sacro restaurante
Un párrafo aparte merecen los postres de este restaurante de Palermo, porque cumplen la consigna de cerrar una experiencia muy arriba. Temperaturas, texturas, sensaciones para boca y naríz, todo estuvo ahí.
Mi elegida fue la Tartita de chocolate: caramelo salado, helado de maní ($ 870). Con este chocolate amargo no necesitamos de café, el dulzor estaba en su punto justo.
Elegante y fresca ya desde su presentación llegó la Palta key lime pie: leche condensada de coco, garrapiñada de pistachos ($ 880). Sedosa y envolvente, como debe ser.
Finalmente, el punto más alto de las sensaciones. Lo que nos generó ese “Wow” que buscamos cada vez que nos sentamos en un restaurante nuevo, la Mousse cacao y wasabi: hibiscus, crocante de algarroba y sésamo ( $800).
Plantas y hongos, la materia prima de Sacro
Durante el almuerzo bebimos además una limonada del día, con sandía, que estaba muy bien y refrescante. En el menú de Sacro se pueden encontrar bebidas fermentadas en base a kefir y kombucha. El maridaje entre los platos y estos preparados basados en jugos naturales calza a la perfección.
En síntesis, la visita al restaurante vegetariano Sacro fue un mimo para los sentidos en un mediodía caluroso de Buenos Aires. Descubrimos un espacio donde la comida y el entorno tienen igual peso en el balance de hospitalidad.
Cabe la aclaración de que fui sin saber que era un restaurante basado en plantas y hongos. Me di cuenta ya en camino de regreso a Córdoba, cuando quise subir una foto y etiquetar a la marca.
Dicho esto, nunca hubiera elegido un restaurante pensando que sea vegano o vegetariano porque no son mi prioridad (o porque en Córdoba hay muy pocos). Pero fui con amigos que tenían buenas referencias y puedo asegurar que no extrañé para nada la carne.
Si bien el camarero nos advirtió que los platos se presentan como “para compartir”, pueden ver las fotos y juzgar ustedes mismo los tamaños de las porciones. Cada quién sabrá cuántos platitos pedir 😉
¿Conocían este restaurante? Me interesan muchos sus comentarios.
Hola descubrí el restaurante por un fil del periodista Mario Massaccesi realmente ví los platos exquisitos y muy creativos no soy vegetariana pero me encanta probar platos diversos a los tradicionales así es que si tienen una carta de la fecha para enviarme sería genial(obviamente es del día que me lo envìen)Mil gracias