No somos fan de Güemes por una cuestión geográfica. Pero por recomendación de varios amigos caímos una noche en Tribeca, la “destilería” ubicada en Laprida 273.
Era sábado y el lugar estaba repleto, pero una recepcionista salió a recibirnos en el hall y nos contó la demora que había para saber si queríamos esperar. Confirmamos y recibimos la carta para empezar a pensar en la cena.
Antes de lo previsto pasamos y nos sentamos junto a la barra. De inmediato nos armaron la “mesa” con un rico appetizer de pan de campo y una salsita deliciosa que acompañamos con la primera cerveza.
La carta es variada pero no marea, hay comida tex mex, sushi, ceviches, algunas pizzas, sandwiches y ensaladas. Todo era tentador por la forma en que estaba narrado en el menú. Lamento no haberle tomado una foto.
Elegimos una porción de salchipapas y una de sushi, pensando en que quizás con un solo plato nos íbamos a quedar cortos. ERROR. Las porciones eran enormes. Vean la imagen para confirmarlo.
El sushi era generoso en tamaño y muy fresco, se notaba recién elaborado y se podía saborear cada ingrediente del roll. Por su parte, las salchipapas maravillaron al paladar: las papas cortadas en forma de gajos y perfectas en su crocantez iban de perlas con la mayonesa casera y la salchicha (alemana, suponemos, por el tamaño). ¡También tenía huevos revueltos!
La atención fue atenta y amable en todo momento. La comida llegó rápido y a buena temperatura. Se nota que hay mucho personal y que cuidan cada detalle. Ese día contamos 14 personas entre mozos y personas detrás de la barra.
Puntos extras para la ambientación y comodidad del mobiliario. Es un lugar para disfrutar también con los ojos y oído. El baño, por cierto, estaba impecable, algo que se destaca en un lugar con tanta clientela entrando y saliendo.
En síntesis, la recomendación valió la pena. ¿Conocen Tribeca? ¿Qué opinan? 🙂