Comer en Chile: cena de pasos en 040 y el speakeasy Room 09

De la excursión a Santiago (Chile) en junio había quedado pendiente un comentario muy sabroso: el Restaurante 040, ubicado en el barrio de Bellavista (aunque en la web diga Providencia, es más fácil ubicarse así).

040 es un restaurante que está dentro de un hotel boutique, por lo que puede costar un poco encontrarlo. Una vez adentro, el estilo cuidado, la sonriente atención y el ambiente compacto hacen de la estancia una invitación a probar y dejarse sorprender.

A 040 se accede con reserva previa y los platos del menú de pasos llegan rápido, y con una sencilla explicación. Lo mismo que el maridaje, bien conversado también.

Cuando lo visitamos en junio, con Marina de La Cocina de Torchi, probamos el menú de 12 pasos (hay uno de 10 pasos vegetariano) que podía acompañarse con maridaje completo o bebida  a la carta.

En mi caso, elegí un vino blanco (creo que sauvignon blanc) del valle de Casablanca. La comida rondaba los 50 dólares.

El menú de pasos en 040

La primera impresión, es decir, lo que sentí al probar el primer paso fue que este platito pequeño, con utensilios para tomar entre el pulgar y el índice, se había abierto un paso pateando fuerte las puertas de la cocina.

Dumpling de costillar de cerdo con yema curada y caldo de curanto. Sabores intensos, equilibrados, entre novedosos y arrastrando otros recuerdos. “Si esto empieza así, ¿cómo seguirá?”, me pregunté por dentro.

Y siguió con mucha delicadeza en la presentación de pequeños barquillos, como heladitos, tan simpáticos que daba pena comerlos: Plátano frito, ceviche de reineta y mousse de palta.

A continuación, una bomba de papa rellena con salmón, picante como nunca antes la había visto. Una textura extrañísima, como se ve en la foto, siendo la papa lo que rodea al pescado y con un sabor muy delicado. Estaba muy bien, pero no es algo que pediría de nuevo. La textura viscosa, ¿vio?

Más adelante, un impactante Nigiri de lomo a las brasas y manzana con parmesano, con flores comestibles.  ¡Bocado del mismísimo paraíso! Salvo que, al ladito nomás, venía un mordisco tan o más delicioso…

Nigiri de corvina y quinoa. ¿Cómo hiciste 040 para superar eso de la foto de arriba que había sido tan exquisito? Así. Como se ve en la foto de abajo. ¡Aplausos para el arquitecto de esta combinación!

Pero había más. Con mi compañera de mesa nos reíamos y mirábamos con sorpresa pensando que ya nada podía igualar lo anterior.

Y así seguíamos, sorprendiéndonos con el sabor. Gunkan de nabo en betarraga, pesca del día (corvina), miso picante, arroz atomatado crocante

PICAAAAAANTE. Me pareció un poco grande el bocado, a eso lo recuerdo 🙂

¿Viste cuando la comida empieza a emocionarte mucho? No sé si a todos les pasa, no sé si es normal o es una amplia exageración, pero para mí, la dimensión emocional de estos platos empezaba a ser una constante.

Llegó minutos después un esponjoso bizcocho de arvejitas, pulpo y alioli.

Si de lo suave pasamos a lo picante, mucho mejor. Lo comprobamos con esta tapa de pastel de jaiva Thai sobre un globo de cristal que también era un espectáculo a la vista.

El sabor ahumado, que me gusta y ya venía apareciendo en algunas de las preparaciones anteriores, tuvo su toque maestro en este Tomate confitado relleno con sierra Ahumada (pescado) y jugo de lechuga y alcaparras.

Con preocupación, pensábamos si íbamos a poder seguir en esta auténtica “gozadera” frente a la vajilla y con las manos llenas de alegría.

“Por favor coma el plato de forma inmediata una vez que se entregue frente a usted. Sus sabores están en su máximo equilibrio cuando están recién preparados”, advierte la web con bastante razón.

El humo de un mini bosque en movimiento -con brasita encendida incluida- trajo finalmente una preciosa Patata anticuchera con el mismo impulso patea puertas del primer plato y una amorosa reminiscencia al pastel de papas que tanto conocemos (¡y queremos!).

Los postres en 040

¿Con qué apagar el fuego de tantas experiencias en bocaditos que cruzaron todas las temperaturas? Con tres de los postres más ricos que he probado. Cannoli (¡picanteeee!) y limón de tequila. 

Y el cierre con adorables Donnuts de queso crema sobre una galleta de masa sablé y frutos rojos al vinagre, tan bellas por fuera como por dentro.

A esta altura, ya estábamos de lo más conformes con la salida para conocer este restaurante que no está en la lista de los mejores 50 del mundo, pero sí en la lista de Discovery (a esto me lo sopló Marina). Pero restaba pasar por el bar. Y atravesando la puerta secreta, allá fuimos.

Room 09, el speakeasy de 040

Speakeasy es la denominación que recibían los locales de expendio de alcohol durante la ley seca. Su nombre refiere a la calidad de clandestinos o secretos, por lo que se pedía a los clientes hablar bajo al pedir el alcohol (speak easy, en inglés) y a ellos se accedía con una palabra clave.

El Room 09 es el bar que está en la terraza de 040 y es accesible a los comensales que cenan en el restaurante o a los interesados que reservan y se enteran de la palabra clave de la noche a través de Facebook.

Room 09
La puerta secreta que lleva al Room 09

 

El bar es oscuro, iluminado por velas y con muchos sillones comodísimos como para sentarse y charlar horas. Domina la escena la ambientación del whisky Chivas, así que no me quedó otra que pedir uno de 12 años.

El tiempo pasa rápido cuando se pasa bien, y en 040 y Room 09 se pasó volando, tanto que cuando nos fuimos ya estaba bien entrada la juerga en el barrio, lleno de discotecas y bares, por lo que el frío y el camino a casa pasaron entre luces anaranjadas en la noche chilena.

A dormir, que al día siguiente, tocaba Boragó.

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