Siempre he escuchado a personas que dicen no saber hacer nada o que huyen directamente de la cocina casera. Pero con la pandemia y la confinación empiezan a descubrir que cocinar en casa al final no era tan malo.
A raíz de la enfermedad que por estos días es noticia y las medidas que los gobiernos van tomando para evitar la propagación del coronavirus es visible cómo cumplir la consigna de #Yomequedo en casa obliga a comer y cocinar en casa mucho más que antes.
Cocinar en casa, la norma en otros tiempos
La cocina casera es algo heredado del pasado. Aunque nuestros padres no lo hayan hecho siempre hubo alguien cerca que cocinó y ofreció alimentos caseros a los suyos.
Un tío, una abuela o abuelo, algún vecine generoso con lo que preparaba que cruzaba la vereda o la tapia para convidar.
Por qué? A primera vista, el tiempo, bien valioso y escaso en la vida moderna, era el factor que permitía cocinar más veces en casa y no comer tanto al paso o salir a restaurantes.
Los cuadernos con recetas pegadas (como la carpeta de la foto) eran moneda corriente en las casas donde se esperaba la publicación de nuevas ideas en diarios, revistas, o en los paquetes de algunas materias primas.
La lectura de una biografía de Doña Petrona me iluminó respecto a los hábitos argentinos en la década de 1950, sin ir más lejos.
Las personas más pudientes tenían cocinera y Petrona como emprendedora empezó a dar cursos de recetas para aprender a usar la cocina a gas. Las señoras de la casa iban con las cocineras a aprender.
El libro de recetas de Petrona salió a la venta con un precio alto para la época y muchos le dijeron que no se iba a vender pero ella insistió en ese valor y pronto se convirtió en uno de los libros más vendidos del país.
Los platos de entonces tenían muchas más calorías de las que hoy recomiendan los nutricionistas. Tanto los hábitos de movilidad física como los patrones estéticos dominantes eran diferentes.
¿Se imaginan hoy elaborar menúes de 4000 calorías diarios? Era la cantidad que se ingería en la versión entrada, principal y postre de Petrona, que llegaba a usar 12 huevos en una receta o panes enteros de manteca.
La vida sedentaria que llevamos muchos hoy en día y la adaptación a los modelos hegemonicos estéticos (siempre cuestionables, claro) hacen que contemos calorías o tratemos en general de “cuidarnos”.
O sea, comer menos o menos graso/ dulce/ frito, es la consigna, so pena de sentir culpa o deditos acusadores cuando asistimos o brindamos un banquete. Hablo por mí experiencia pero quizás alguien más se sienta identificado.
Cocinar en casa es más saludable
Yendo más allá de las consideraciones sociales o externas de la comida, cocinar en casa también es compatible con una vida sana y una alimentación saludable.
En la actualidad, nutricionistas que tienen redes sociales o influencers fit son ejemplo de esto. Comparten pautas y recetas para hacer snacks, postres, platos principales y hasta bebidas que nutren de forma completa con ingredientes y sabores alternativos.
El “buen sabor” queda a criterio de cada uno y diría que es una cuestión de adaptación. Las tortas con harina de avena y stevia no saben igual que las de manteca y azúcar, pero sigue siendo un terreno subjetivo.
¿A donde voy con esta comparación? A que cocinar en casa permite saber Y decidir plenamente qué le das a tu cuerpo cada vez que ingerís algo.
Ventajas y “desventajas” de cocinar en casa
Comprar los productos con los que vas a cocinar es la primera ventaja de cocinar en casa. Sabés exactamente con qué vas a elaborar tus alimentos.
La calidad de los productos determina el resultado: el buen sabor, la correcta ingesta de nutrientes, el tiempo de duración en óptimas condiciones de la comida.
En un restaurante bueno, estas condiciones son igual de importantes que en casa. Pero en general queda fuera de nuestra vista o conocimiento el criterio con que se seleccionan los productos.
La segunda ventaja de cocinar en casa es la adecuación de la dieta a requisitos de salud y gusto personal. ¿Tenés que comer con menos sal por tu hipertensión? Usás otros condimentos para dar sabor. ¿No te gusta la cebolla? Usás otra base para las salsas y preparaciones.
Pedir comida al delivery/ restaurante lleva una curva de aprendizaje y la libertad se vuelve relativa: si tal elabora con mucho picante; si el otro tiene ingredientes más frescos y menos procesados; si se puede pedir modificaciones en los platos del menú para evitar algún ingrediente.
La tercera ventaja De cocinar en casa es el costo de elaboración de la comida casera. Es falso que comer sano es más caro. Una compra de verdulería semanal para dos personas costaba en marzo de 2020 unos 700 pesos. El mismo valor que dos lomitos de delivery o que un plato y una bebida en un restaurante de moda en Córdoba.
El asado, comida que nos enamora en Argentina, es mucho más económico elaborado en casa que yendo a comerlo en una parrilla.
No hablo de dejar de ir al restaurante porque adoro salir a comer afuera, sino de aprovechar que esas parrillas oxidándose en el patio tienen mucho para dar y personalizar: verduras asadas, postres a la planchetta, frutas hechas en el fuego al estilo de Francis Mallmann.
Armar una buena selección de especias y condimentos es parte del camino para cocinar en casa con sabores nuevos. Lleva tiempo, pretender hacerlo en una sola compra sí será caro y frustrante.
En mi reserva de especias y saborizadores tengo muchísimos aportes de familiares y amigos que saben que un detalle como ese es un gran regalo para mí (y redunda en beneficios para ellos cuando vengan a comer a casa).
La cuarta ventaja de esta enumeración es la planificación. Cocinando en casa se puede prever un menú variado y no aburrirse con el “tengo hambre pero no sé que comer” que nos deriva a caer siempre en lo mismo.
Asismismo, el concepto de preparar comidas que nos sirvan para los momentos de picoteo o preparaciones base de otras comidas (meal prep) ayuda a emplear el tiempo de manera más eficiente.
En vez de atacar un paquete de galletitas dulces en la merienda mejor comer una torta casera con frutas y semillas. O pochoclo en vez de papitas fritas de paquete.
Mi debilidad en los últimos tiempos era comer papas con huevos y fui a varios restaurantes aburrida a pedir eso, más enfocada en la reunión con amigos y familia. ¡Y está mal! Variar los alimentos es lo mejor para el cuerpo.
El plato “modelo” debería tener: vegetales (fuente de vitaminas y minerales), carne o reemplazo vegano (proteínas), y cereales o tubérculos (carbohidratos). La proporción es mitad de lo primero y el resto dividido en dos.
Por último, para cerrar en este compilado de “al final cocinar en casa no era tan malo” quiero resaltar el acto de cocinar como espacio de relax y concentración en una actividad que puede terminar siendo divertida.
Aunque no te guste cocinar y lo estés haciendo por primera vez en el contexto de esta crisis, seguro podés encontrar recetas de verdad simples que salgan bien.
No hace falta ser un Master Chef o lograr la técnica perfecta de la salsa bearnesa.
Tu primer huevo frito enterito va a ser un festejo. Tu primera salsa blanca. Las milanesas caseras en vez de compradas dan mucha satisfacción y, te aseguro, son más sanas.
Hacer una tarta sencilla, un omelette de queso y tomate, un postre rico para compartir en casa, todo ayuda a pasar los días de no poder salir a comer o a conocer nuevas tendencias que a muchos -nosotros incluidos- les gusta.
Están de acuerdo con estas razones para cocinar en casa? Seguiremos compartiendo desde Córdoba en sabores tips y recomendaciones para que cocinar en casa sea una buena experiencia 🙂