“Vengan que el domingo hay asado con cuero en el club y encargué dos porciones”, decía el mensaje de texto.
Allá fuimos, con poca expectativa pero mucha curiosidad. Al llegar, prendimos la cámara de los celulares y buscamos al asador, recordando la rica experiencia de la vaca asada entera en el Gran Vidrio, pero justo lo encontramos en el momento más esperado por todos los que rondaban la zona. La vaca estaba lista y había que sacarla del fuego y empezar a repartir el manjar.